COMO FUI PADRE ..la historia, mi historia.
Hace tanto
que no recuerdo bien, pero no por la cantidad de tiempo que pasó sino por la
vorágine de acontecimientos que me involucraban en esos años.
Terminaba
mi adolescencia revolucionaria y la utopía corría mas rápido que mi voluntad, el
ingreso a la vida adulta con la cuota de compromiso que eso conlleva, clavaba
una espada en cada una de mis acciones, y decisiones.
Los años
feroces se despertaban en América y yo era un pequeño, un diminuto, un casi
insignificante engranaje en la maquinaria demoledora del marxismo soviético enclavado en los países del cono sur.
Era un
enemigo del sistema, y lo era realmente, no había una sola actitud en mi vida
que no estuviera regida por el fanatismo dogmático de mi pensamiento político.
Y ser enemigo
del sistema por aquellos años, era peligroso, eran años de desensillar hasta
que aclare, de repliegues tácticos y estrategias intelectuales, de pasar
desapercibido de día y pintar consignas
de noche.
Eran
tiempos de contradicciones, de un sistema social que era seguro que no servía y
de otro que en el fondo si pensabas un poco servia menos, pero la sensación de
ser bueno, de luchar por la justicia y la igualdad dominaban cualquier desvío
contrarrevolucionario o revisionista. La verdad era el Partido y nada se podía
cuestionar.
Y las cosas
empeoraban, los "malos" empezaban a ganar. No había miedo, solo desazón por
el fracaso, y además de eso y por sobre eso, estaba la vida.
Si, la vida, esa señora perra y loca que te
envuelve, te arrastra, te hace sentir nadie, que no le importa lo que haces y
lo que dices, que va para adelante y te deja
atrás si te descuidas un poco.
Esa vida
que no puedes desatender, por mas que creas que tienes la misión , sublime,
revolucionaria y altruista de cambiar al mundo, porque por ella transita tu
familia, están los amigos, los amores y las pasiones desbocadas de adolescentes
fogosos. Está tu padre encorvado, rústico, sacrificado, explotado, que no
entiende, que no sabe del hijo "brillante" que tiene, que aprendió lo que es la
plusvalía, que también sabe quienes fueron Marx, Engels, Hegel, Gramci, tampoco entiende
lo que haces y que lo único que quiere es que tengas lo que el no tuvo “un
estudio”.
También en
ella está tu madre que apenas puede con la casa, que además de lidiar con
cuatro hijos adolescentes, tiene que pelear con las deudas, los vecinos, el "chusmerío" del barrio y la lucha permanente de poder servir una mesa todos los
días, para que en ese momento, ella pudiera sentir que “la familia era una familia”.
Por ella
caminan tus amigos, los de la escuela y los del fútbol, los que se peleaban por
vos y los que se peleaban con vos, pero que siempre estaban cuando los
necesitabas, porque eran los amigos de carne y hueso, los que hablábamos
pavadas en la esquina, hacíamos pulseadas, jugábamos a la pelota, y nos mirábamos
a los ojos y nos entendíamos, los que nos contábamos nuestras primeras
aventuras sexuales y allí aprendíamos
porque en esos tiempos era la única forma de aprender que había, éramos
amigos de verdad, no como los de ahora que son amigos virtuales.
Eran los
amigos de las buenas y las malas y eran los que tenías que dejar de lado en pos
de una utopía que en definitiva no era para uno mismo sino para ellos, pero que
ellos no entendían, porque ellos querían que siguieras jugando a la pelota y contándoles
tus cosas y seguir yendo colados en el tren los domingos a pescar al río, ellos
no querían que les hagas una revolución, solo querían estar con el amigo.
Y vos los
descuidabas, tu lenguaje dejo de ser el de ellos, empezaste a complicar todo
con palabras que no entendían y que tampoco les importaban, las cosas de la política
se tornaban recurrentes en tus conversaciones pero ellos querían ir al campito
a “patear” un rato, salir a bailar el sábado, ir de pesca el domingo, tirarnos
en la esquina a charlar de cualquier cosa menos de política.
Pero ser
revolucionario tiene sus sacrificios, y hay que dejar muchas cosas en el
camino, y una de las primeras, son los amigos, porque, mal o bien cuando de a
poco dejas de compartir con ellos, la señora perra y loca te empieza a dejar afuera de sus propias vidas
y a ellos de la tuya.
Igualmente,
el precio es poco por tan gran conquista, un mundo nuevo nace y somos semilla y
germen del cambio, estamos orgullosos de lo que somos y de lo que hacemos, nos
dijeron y lo creímos, que éramos una vanguardia, los lideres de una
transformación que haría del ser humano una cosa nueva, algo tan infinitamente
mejor a ese ser miserable, egoísta y avaro de la sociedad burguesa, que
cualquier sacrificio personal o familiar era poco en pos de construir al hombre
nuevo.
Pero
siempre tiene que haber un pero para que las cosas no sucedan como tienen que
ser, otra vez la perra loca, que siempre esta al acecho, insistente como pocas,
te hace enamorar, con un amor distinto, hasta ese momento creías que el único y
mejor amor, era la lucha por los desposeídos, y por crear una sociedad nueva y
mejor.
Pero ese
amor que te crece de adentro, que tu cuerpo todavía adolescente , no alcanza
para contener, crece y te domina, te hace sentir esa sensación indescriptible
de que cuando estas con ella no estas en el mundo, que eres parte de una nube mágica,
que vuela sobre las cosas y la gente, que junto a ella el tiempo pasa mas rápido,
que nunca el tiempo es tu aliado y te da miedo dejarla aunque sea hasta el próximo
día, tu cuerpo quiere ser uno con ella en un instante que sea eterno y vos para
ella eres único y ella para vos es lo mejor y los dos son un todo, que casi se
parece a la perfección divina.
El corazón
late con una fuerza mas grande que la razón, tus dedos rozan su piel y el
alma se te desgrana en millones de
estrellas que los envuelve y los levanta y los lleva a volar en esa nube increíble que se llama
amor, Y desde allí arriba, el mundo se ve distinto, las prioridades son otras,
esa necesidad imperiosa de acariciar y besar, de amar y sentirte amado, hace
que todo lo demás se vuelva pueril y descartable.
Es como si tu alma supiera que esos amores desaforados de juventud, van a ser los que queden grabados en tu memoria mas allá de los otros y tal vez mejores que la vida te ponga en el camino, en ese momento, ese amor, esta mas allá de tu entendimiento, sentís la necesidad de vivirlo como si fuera el único y el último, solo el paso de los implacables años te dejara saber por qué, al amor, lo vivías de esa manera.
Es como si tu alma supiera que esos amores desaforados de juventud, van a ser los que queden grabados en tu memoria mas allá de los otros y tal vez mejores que la vida te ponga en el camino, en ese momento, ese amor, esta mas allá de tu entendimiento, sentís la necesidad de vivirlo como si fuera el único y el último, solo el paso de los implacables años te dejara saber por qué, al amor, lo vivías de esa manera.
Los años de
juventud, son los que atesoramos de alguna manera extraña en un recóndito lugar
de nuestra conciencia, sentimos a la distancia, que deberíamos haber hecho
muchas mas cosas de algunas que hicimos y muchas menos de otras que también
hicimos, pero cuando esos años llegan a tu mente, una sola cosa se impone sobre
las demás y es la sensación de inseguridad de experimentar la vida.
Quizás en mi mente no esté presente lo que
hice la semana pasada e incluso alguna fecha importante, pero el día del primer
beso, el día en que el miedo, la incertidumbre y la necesidad del sexo por primera vez con una mujer, se
enfrentaban dentro de mí, la inseguridad de saber quien era, el sentir por las noches, antes de dormir, que
mi vida solo tenia sentido al lado de
alguien a quien temía decirle que la amaba, por el miedo tremendo a ser rechazado, esas cosas, quedaron grabadas
como una marca indeleble en el lugar mas recóndito de mis recuerdos.
Son las
cosas que la vida usa para mostrarte
como eras, como sentías y en definitiva lo que ahora eres, porque en esos años
y con esas experiencias es que se moldea tu personalidad.
Pero el
tiempo tirano, amigo de la perra loca, te juega en contra, te obliga a elegir lo que no quieres elegir, quisieras
estar todo el tiempo en la nube mágica viviendo la insondable sensación de amar
y ser amado, de sentir que tu alma y la de ella es una sola en los confines de
un mundo irreal en el que solo la pasión es dueña y señora de los cuerpos y las
almas, pero una sirena, un grito de dolor, una explosión, una bala que vuela
sin destino a abrir un clavel en alguien conocido o no, te hacen caer .
Cuanto mas
grande tu amor, mas alto la nube te lleva
a volar y cuanto mas alto tu vuelo mas fuerte es el golpe que al caer te
das.
Y los besos
se transforman en carreras, las caricias en palpitaciones de angustia de no ser
descubierto, y la nube toda en una sombra lo mas negra posible que envuelva tus
acciones cotidianas en un manto secreto y seguro alejándote de todos los males
que acechan en las esquinas los árboles
y los automóviles.
La nube de
estrellas se convierte en un hervidero de sensaciones contrapuestas, las
verdades absolutas en relativas, las cosas dejan de ser blanco y negro, porque
de verdad daría la vida por una causa noble pero más la daría para no separarme
de ella.
En esta
angustia se forjan los espíritus de los hombres y las mujeres que pueblan este maltratado mundo.
Cuando
somos jóvenes, somos impetuosos, altaneros, casi soberbios. El mundo es
algo que hay que llevarse por delante
porque si no, seríamos unos pusilánimes sobrevivientes de la corriente
globalizadora del momento.
Sentimos
que todo es viejo, reemplazable, que lo nuevo debe abrirse paso por las buenas
o por las malas, que nos asiste el derecho supremo de ser eliminadores de lo
arcaico y vetusto, tanto sea de costumbres como de ideas y remplazarlas por lo
nuevo, algo que no entendemos bien porque no tenemos la experiencia ni el
conocimiento, pero que creemos que por ser nuevo es mejor, y entonces empujamos
y porfiamos y luchamos y algunas veces ganamos pero las mas perdemos.
Y esta bien
que así sea sino la improvisación, la innovación desmedida y descontrolada,
avasallaría como un huracán la realidad cotidiana.
El equilibrio
de lo viejo y lo nuevo se movían en un sube y baja que en algunos momentos fue
un juego mortal entre dos formas de ver el mundo, que arrastró despiadada a una
generación entera de jóvenes de los cuales fui parte, a un enfrentamiento
implacable y feroz por imponer ideas y conceptos que fueron pensados en otro
lugar del mundo para otro lugar del mundo y que en nuestra rebeldía adolescente
tomamos como propios y quisimos imponerle de las mas variadas maneras al resto
de la sociedad.
En ese
afán estábamos, cuando la vida apareció de nuevo a darnos ese
cachetazo de realidad que nos hacía poner de nuevo los pies en la tierra, en esa tierra que
olvidábamos sin darnos cuenta, incluso pensando que la amábamos, añorando otras que nos mostraban
como ejemplo.
Sí, porque
teníamos una madre patria impuesta desde afuera, una madre patria
gloriosa y liberada, pero totalmente ajena a nuestro ser, esa madre no sabía de
nuestras costumbres, nuestros amores, nuestra lengua, con una cultura
totalmente ajena a la nuestra, pero que
era sagrada, tanto que si criticabas algo de ella te podías transformar en unos
minutos en el mas deleznable traidor a la causa de los humildes del mundo.
Pero ahí
estaba el gran problema, el gran error que llevo al fracaso de esa forma de pensar
y ser, aunque aun hoy, a pesar de los
pesares, todavía queden algunos dinosaurios que se arroguen la virtud de seguir
siendo lo que esta demostrado que no pueden ser, aunque por suerte para ellos,
si lo pueden, pero no deben ser.
Las madres
patrias no pueden trasplantarse de un lugar a otro del mundo. La única madre
patria es la que te sintió pisarla con tus pies de niño descalzo.
La
verdadera patria es la que cuando niño pisaste con tus pies endebles. Es esa
tierra amiga que te detenía en tus caídas de improvisado caminador, la que se
te metía entre los dedos de los pies cuando corrías descalzo por las
polvorientas calles de la lejana infancia, es la que recibió tus lagrimas y
sangre cuando se te retorció el cuerpo por una herida y la misma que recibió tu
llanto cuando la vida te jugo una mala pasada.
La única
tierra tuya, es la que recibió a tus
padres cuando se fueron para siempre y a tus lágrimas porque ya no los verías
mas.
Esa es la
tierra de uno, la que no se cambia por nada, la que se lleva en el alma y en la
que se quiere terminar.
A veces se
torna difícil y es un desafío hasta para el mas grande escritor, explicar
porque cuando se escucha un tamboril, a Zitarrosa, una milonga, el alma te
empieza a vibrar y sentís que cada golpe en el cuero o la madera te sacude y
una alegría inmensa te abraza y te transporta en una nube parecida a la del
amor y vuelas por tu infancia, tus recuerdos, lo lindo y lo malo que te pasó
pero allá, en tu tierra.
Aunque la
mayor parte de tus años de vida, hayan transcurrido en un suelo amigo pero
ajeno, sentir la música tuya, ver esa bandera que nunca idolatraste cuando estaba
sobre tu cabeza, pero que después, lejos, aprendiste a querer porque era un
símbolo mundial para reconocer ese pedacito de planeta, esa migaja cósmica que
te vio nacer y sobre la cual aprendiste a caminar.
Ya no
importa el lugar el mundo que pises, puedes pisarlos todos, pero el que pisaste
para aprender a recorrer el mundo es el que esa bandera representa y te
regocija el alma verla flamear libre y soberana.
Yo amaba a mi tierra de una manera y otros la
amaban de otra, lo mas lamentable era que eran amores contrapuestos, hoy no voy
a juzgar y menos después de la desilusión por las ideas que yo entonces
profesaba, quien amaba mas su tierra, eso hoy no es relevante, lo que si
importa es que siendo tan poquitos hayamos empezado a matarnos entre hermanos,
Allí la
perra loca se volvió cruel y saco a flote lo más perverso de los seres humanos,
y la sangre arrasó las calles y las cárceles se llenaron y el odio y el amor se
volvieron clandestinos.
Pero el
amor es incontenible y aunque la libertad y la muerte estuvieran todo el tiempo
jugando a imponerse, sobrevivimos a la desgracia.
El camino
se hizo lento, errático, las verdades verdaderas, ya no parecían tan verdades y
los caminos tampoco, tan claros,
Un baño de
realidad nos golpeo las ideas, el cuerpo y el espíritu, había cosas que no
podíamos decir, había cosas que no podíamos hacer y había otras que nos negábamos
a reconocer.
Y de a poco
la soledad, la clandestinidad, el no poder decir y hacer nos fue desgranando y
alejando de lo que mejor sabíamos hacer y solo quedo eso, lo que te salva
siempre, eso que cuando estas en el peor momento de tu existencia, acude en tu
ayuda o al cual buscas como ultimo salvavidas cuando te crees perdido.
El amor,
ese amor en cuerpo de mujer, flaca, un poco desgarbada, que sentías pequeña y
frágil para sentirte héroe y poderoso, esa que en una caricia te daba todo lo
que necesitabas para vivir una vida nueva, la que tenías que abrazar, morder e
incrustarte en ella, porque si no te faltaba una parte de tu propio cuerpo, se transformo en la única cosa que
daba una conexión con el mundo ese que conocías y vivías y se estaba yendo inexorablemente.
Y allí nos
quedamos, atrapados en esa maraña de besos y pasión, artilugios románticos, que
te hacían olvidar la ingrata realidad de los tiempos de tormenta y desamor que
te corrían del mundo al cual estabas acostumbrado.
El tiempo
sin fin y sin principio, melló una parte de esa cotidianeidad desgastada y
otras cosas se empezaron a sobreponer a las viejas, un trabajo, el sustento
diario, cosas que antes eran para los otros, empezaron a cobrar un valor casi
desconocido, y había que enfrentarlas.
Los tiempos
no eran los mejores, la experiencia no era mucha, la predisposición tampoco, y
el exilio se arrimó a golpear la puerta.
No, no es
una opción válida, yo me quedo y hago lo que tenga que hacer, lo último que me
pueden hacer es que tenga que dejar, este, que es mi lugar en el mundo.
Pero allí
estaba, presente como siempre, escondida
a veces, imponente otras, la perra loca jugando su implacable juego.
Ya pasaron
diez días y no me vino- ¿Que vamos a hacer?
Una
sensación extraña, una cosa, parecida a
una rueda gigantesca y oscura me perseguía
por unos lugares desconocidos, aplastándome, asfixiándome, yo quería
escapar pero siempre me alcanzaba y me ahogaba casi hasta la muerte.
Nunca supe
ni entendí bien lo que me sucedía en esos momentos, pero la imagen vívida, de
esa especie de rueda demoledora y atroz aplastándome, está también grabada a
fuego en algún lugar de mi memoria y revive cuando menos lo espero
Fue un
instante no mas, quizás un sueño, pasajero seguro que no, pero efímero por su
influencia en las decisiones que debía
tomar.
La vida me
corre y voy a correr con ella o contra ella como quiera que sea.
Y fue una
carrera larga, extraña, con muchas idas y vueltas, con caídas y levantadas, con
golpes que no te dolían en la carne ni en los huesos, sino en lo profundo del
alma.
El amor ese,
idílico, el de los poemas, el mas lindo, el de abrazarla con todas tus fuerzas
para sentirla dentro de tu propio ser y ser con ella un solo cuerpo, se
transformo de a poco en el otro, el que tiene mucho mas que ver con la tierra,
con el día a día, y entonces el abrazo
era desesperado, la abrazabas, ya no para hacerla una parte de ti mismo, sino
para que no se fuera.
Porque sentías
que ella se llevaba una parte de ti
mismo. Se iban los primeros y los mejores momentos de tu amor, los indecisos,
los exploratorios, los que tienen la incertidumbre de la primera vez.
Ese primer “te amo, te quiero, te…te…te…” se perdía
en una nube incomprensible de dudas y miedos, no entendías que parte de esa
historia, tu historia, no habías entendido.
Con el
tiempo aprendí que el amor es así, es vida y es sentimiento, es emoción y conflicto.
No hay
verdades en el amor, no es bueno ni malo, esta mas allá de las cosas comunes
porque el amor verdadero esta en la esencia de nuestro ser, se anida en ese
lugar del alma donde uno es uno mismo. El amor se vive con toda la intensidad
que seas capaz de vivir y se sufre con toda la intensidad que seas capaz de
sufrir.
En los primeros momentos el amor no pide ni
quiere reciprocidad, se ama de manera incondicional, no se piden explicaciones
ni se duda, el primer amor es ciego, se
ama con todo lo que eres capaz de amar, hasta que el tiempo o algo o alguien te
haga bajar a las cosas terrenales.
La
ambigüedad no es virtud del amor, cuando lo sientes te embarca en un sueño
virtuoso y celestial donde el mundo reside a tus pies. Cuando el amor sincero
se adueña de ti, el universo entero esta a tu disposición, el éxtasis de tocar, besar, abrazar, dormir,
acompañar, aunque sea solamente contemplar, te lleva a mundos que ni la más grande imaginación
pueden describir. Estar con ella, sentirla cerca, tocarla a veces, te envuelve en una dicha casi inexplicable, te hace
inmune, te permite creer que nunca vas ser más feliz y te llena también de
miedos e incertidumbres.
Nunca la
dicha es completa, siempre en el ida y vuelta de amor esta la incertidumbre de
las decisiones ajenas, cuanto mas dichoso seas por tu amor, mas desdichado
serás en el desamor.
El camino,
sobrevivir, resistir, son siempre cuesta arriba, las piedras siempre están para
hacerte tropezar, y mas mucho mas, cuando eres joven e inexperto pero siempre
te sobrepones, esa misma juventud te empuja irremediablemente hacia delante, no
te deja caer y siempre te da la esperanza de que las cosas devengan en algo
mejor.
Los días
pasan, las semanas se hacen eternas, la distancia es la mejor amiga del
desamor, y el amor se enreda en laberintos y tinieblas imaginarios unos y
reales los otros, que hacen que la duda carcoma esos cimientos tal vez
inestables de ese precario nido donde yacía el amor.
Hasta que
un día uno mas de esos de lejanía y desamor, te avisan que tu hijo esta por
nacer, y corrés y volás, y la distancia es mas larga de lo que debiera, y el
sentirte extraño de situación, supera lo que vos pensabas que tenia que
suceder, queres llegar no sabes bien a
que, querés tocar, no sabes bien a quien, querés sentir no sabes tampoco que.
Y llegás y
tocás y sentís y se aclara todo, las dudas que hicieron tu viaje eterno se
disipan, una luz que no sabes de donde sale, arrasa como un viento huracanado
todas las nubes y las dudas,.
Allí está, toda
envuelta, te la traen y la ves muy chiquitita y frágil, sentís que no sabes
como y tenés miedo de agarrarla, tenés miedo de que se te caiga, pero la
agarras igual. Duerme, está todavía rojita, los ojitos cerrados abultaditos,
parecen los de un sapito, la boquita se mueve adentro y afuera como si soñara
una teta, le agarro la manito y me agarra un dedo, aprieta, tiene fuerza, abre
un ojito me mira sin ver y cuando mi mirada se cruza con la de ella me di cuenta,
sentí, en lo mas profundo de mi alma que
ese amor siempre iba a estar por sobre
todos los demás.
Podemos
amar incondicionalmente a una mujer, a lo largo del tiempo ese amor puede
trocar en otro, no menos válido ni inferior al primero, pero hay otros amores,
menos pasionales, que tienen menos que ver con la carne pero mucho que ver con
la sangre, que son, se podría decir eternos, una mujer puede ir y venir en
nuestra vida puede que sean varias porque el amor sabe sustituir lo que no
funciona, pero un hijo es algo que jamás se puede sustituir, nace hijo y es lo
que será por toda tu vida, te guste o no será tu espejo, así que va a ser
importante que te esfuerces con el y si todo sale bien será quien riegue con lágrimas sinceras la tierra que te reciba el día que la perra loca te diga “hasta acá llegaste”
