lunes, 4 de febrero de 2013

DISQUICISION SOBRE UNA PREGUNTA

Una película sobre la vida. La vida simple del cotidiano y la compleja de las relaciones humanas y del hombre consigo mismo.
Sentimientos encontrados, adicciones, penas, heroísmo, alegrías… y la pregunta final de un hijo a su padre -¿Quién eres?-
La mirada del actor en ninguna parte, como si esa fuera la respuesta a una pregunta tan simple y sin embargo tan compleja.
Mi eterna compulsión a complicar lo simple, me hizo preguntarme -¿Quién soy?-
Hubiera sido mas fácil, sacar una conclusión sobre la trama, el argumento, el desempeño de los actores, la producción o en definitiva el efecto que me causó el film en cuestión, que meterme en la encrucijada de saber responder una cosa tan sencilla como- ¡Quien soy?-
Pero no, las cosas no deben ser así de simples, por lo menos para mí, esa pregunta inocente del final, la quise responder como si me hubieran hecho a mí.
Y me encontré navegando sobre un mar de incertidumbres, ambigüedades, certezas y no tales, que la respuesta incierta me llevó a intentar responderla a pesar de no hallar una factible en el primer instante.
¿Quiénes de los que están leyendo esto pueden responder con certeza la cuestión planteada?
-¿Por qué motivo?- no sabemos quienes somos o no encontramos una respuesta coherente y rápida, después de haber vivido nuestra propia vida y creer que nos conocemos por lo que hacemos y lo que pensamos.
Lo único que nos sale es pronunciar como unos tontos nuestro nombre y apellido, pero si fuéramos solo eso- ¡Que triste!- seria nuestro existir y nuestro devenir por la vida.
Y ante la incertidumbre, la sana locura de querer entender y saber, aflora y la pregunta pasa de ser tal, a ser una inquietante obsesión que se antepone a las otras cosas del diario quehacer.
Entonces una pantalla se enciende, un teclado de convierte en cómplice de unos dedos explicadores y por los auriculares resuena en un volumen apacible el Concierto de Aranjuez para aportar la paz y la calma que los enredados pensamientos no tienen.
Unos instantes de sosiego en el alma con el virtuosismo de Paco de Lucía en la guitarra y la magnificencia de la Orquesta Sinfónica de Londres me dejan entrever que es lo que soy y si en definitiva alguien soy.
Y si… soy esto que leen, un ser contradictorio, ambiguo, pensante, inquieto, el que si fuera otro, ustedes no estarían leyendo esto.
Soy ese que necesita responder para poder ser, soy ese único ser que hoy después de ver una película se sienta a escribir algo que tal vez no trascienda ni le interese a nadie pero que quiere escribirlo, porque tiene esa necesidad de sentir que las cosas de la vida, las que a los demás le son superfluas, a él no le pasan de largo, le interesan.
Porque si en algún momento quieres responder la pregunta que motiva este escrito debes ser alguien y debes saberlo.
Ser alguien no significa ser famoso ni tener dinero, eso es solo una circunstancia en la vida, ser alguien es ser uno mismo, es ser esa persona que tiene el libre albedrío y el espíritu crítico para no ser parte de un rebaño de iguales, es sentir y vivir la libertad en su máxima expresión.
Porque para ser alguien y poder responder la pregunta debes ser libre, libre política y filosóficamente, porque los dogmas te atan a las ideas de otros y te quitan esa rebeldía innovadora que tienen las ideas y los sueños propios, debes ser libre emocionalmente, porque la vida te va dando las oportunidades de sufrirla y disfrutarla constantemente, y si un día, un rojo atardecer sobre el océano plateado de luz te llena el alma hasta que las lagrimas afloren en tus ojos, déjalas salir porque eso es vivir. Esto que escribo me trae a la memoria ese maravillo escrito de Eduardo Galeano, del padre que lleva al hijo pequeño a ver el mar por primer vez y en el que asombrado ante la magnificencia de lo que ve, el niño le dice al padre - “Papá, ayúdame a mirar!-
Y si en otro momento el destino o la vida te juegan una mala pasada, también deja que tu alma aflore y muestre tu verdadero ser y sentir, porque en ella radica todo lo que uno es.
El alma es uno en el estado más puro.
No es esa alma mística que según las religiones se va al cielo o al infierno según se haya comportado. Es el ser humano liberado de la racionalidad, es el que ama hasta que le duele y el que llora de alegría, el que da la vida por el otro, el que se regocija de ver la montaña o el mar, y también es el que llora de dolor ante la injusticia o la muerte, el que odia, el que siente rencor, el que mata y daña a los demás.
Por eso para poder contestar la pregunta debemos en primer lugar saber como somos en esencia, como es nuestra alma. Solo así tendremos la certeza que contestaremos con la verdad.
La respuesta a la pregunta, en mi caso la puedo resumir así…
Soy el de la lágrima fácil cuando la vida me da motivos de los buenos y de los otros para derramarla.
Soy un amante incondicional de la libertad en todas sus manifestaciones y formas.
Soy un enemigo acérrimo de los que me quieren imponer ideas, dogmas o religiones.
Soy defensor de la naturaleza de su diversidad y belleza.
Soy partidario de la unidad y el trabajo mancomunado y no de la lucha de clases que solo divide y enfrenta a la sociedad.
Soy en definitiva igual a los que están leyendo esto, un montón de contradicciones, virtudes y defectos con un nombre y un apellido.
Soy o trato de ser un hombre simple, sencillo, verdadero, sin envidias ni rencores que transita el indescifrable camino de la vida tratando de causar el menor daño posible a los demás y buscando esa felicidad esquiva que nos depara el destino.
Si alguien en un loco arrebato de amor o parcialidad, piensa o cree que soy lo que digo ser, me sentiré feliz y satisfecho porque de ser así, es muy probable que lo sea y esta muy bueno poder serlo.

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