miércoles, 17 de mayo de 2017

DECALOGO DEL AMOR


Nunca vas a ser feliz en aquel lugar donde sientas dudas  de que te quieren.
Donde no puedes ser tú,  no debes estar
Si sientes que tu decir, donde estas, no se respeta, habla menos o retírate de allí.
Puedes callar para no abrir más heridas, pero no puedes callar para siempre.
Si estas convencido de lo que piensas, callar por conveniencia tarde o temprano no es más que hipocresía.
El amor no es incondicional, se nutre del amado, crece con el amado y se muere de a poco con él.
El amor no solo  se muere en la ausencia, se va muriendo de a poco cuando el desamor se adueña de tus horas.
Si tu alma no se funde en tu corazón, se amalgama en tu cuerpo y se entrega desnuda al amor de otro, no esperes ser amado.
Si tu alma se funde con tu corazón, se amalgama  a tu cuerpo  y una vez entregada, esperando ser amada, no recibe un alma, un corazón y un cuerpo amalgamado y desnudo como prenda, esa alma se siente en deuda y solo le queda resignación y sufrimiento al correr el tiempo.
Nadie, por más que se entregue entero, que pretenda dejar la vida por un amor que siente en el alma, es dueño de ese amor. Tú eres dueño de tus amores y tus penas, nunca vas a ser dueño del amor del otro, porque no eres el otro. Puedes sentirte que lo eres, te pueden hacer sentir que lo eres, pero si entiendes que tu amor se mide por lo que das y lo que recibes, tengo que decirte que las matemáticas NO son buenas en el amor.  
Entregarnos en cuerpo y alma al amor, es lo mejor que podemos dar, pero entender, sobrellevar y tener una espalda gigante para soportar el desamor es elevar nuestra virtud al grado sublime de entender amor y dolor en una misma palabra.
El amor idílico, platónico( nunca pude entender bien que es y creo que nadie lo entiende) no es amor, es solo una idealización de lo que nos dijeron que es el amor.
El amor, es ser un poco el otro, es sentir el dolor y la alegría del otro como nuestra.
Es esa sensación en la que se suman los sentidos físicos a la que se agrega la extraña aura  del alma y que hace que todo el universo quede relegado , resumido y comprendido en el ser que amamos.
Lo vemos bueno, lo vemos bello, resaltamos siempre sus virtudes por sobre sus defectos y nunca esperamos que no sea lo que idealizamos.
Pero el amor es dual, es humano, tiene sus grandezas y sus miserias.
Las grandezas, tienden a hacerlo eterno, sublime, inmortal y atemporal
Las miserias, lo vuelven ruin, terrenal doloroso y finito.
Apenas conocí el amor, adolescente aun, lo viví, lo amé, lo hice mío.  Si, amé el amor, porque el amor cuando lo sentís de verdad se adueña de tu cuerpo, tu mente, tu vida y amas ese momento
¿Si fui feliz?- ¡Si…. lo fuí!- . Tengo la certeza de que lo fui, porque lo que sentí hace tantísimos años, no se ha vuelto a repetir en toda mi vida.
Una mujer, casi niña, me saco del mundo terrenal, de la pelea diaria contra la injusticia, y el desamor, elevándome al Olimpo. Me sentí dios y ángel, héroe y villano.
 Poderoso y también inerme cuando sus brazos me rodeaban. Estaba enamorado, no era necesario que me preguntaran que daría por ese amor.
Otros llegaron, me hicieron sentir amado, me dieron un corazón afín, un alma comprensiva, mas de lo que yo les di y sin embargo, fueron efímeros.
Todos mis amores fueron efímeros, por lo tanto no es problema de ellos
El amor es de a dos, es el sentimiento de uno por el otro
Se nutre y vive de la vida diaria, de la ausencia y la cotidianeidad.
No son duraderos, amores, en los que uno pone y el otro saca.
El único amor perenne es el que sentimos por el que ya no está, porque de él no esperamos nada, nos queda solo el recuerdo y nuestro amor hace una selección entre lo bueno y lo malo de él para que nos quedemos con lo mejor.
El otro, ese idílico y genial del primer momento, se va carcomiendo, con la rutina, nuestros vicios y miserias, las mismas que teníamos antes y que nuestro amado no quiso ver y nosotros decidimos no ver en el, empiezan a aflorar, se vuelven importantes, toman relevancia y se hacen dueñas de la relación.
Todo esto, que nos pasa a todos, con mayor o menor intensidad, no son un karma, ni un designio sagrado que nos quiere hacer pagar el precio enorme de la infelicidad.
Estas cosas, no nada más ni nada menos que la medida de nuestro amor.
El amor sin reciprocidad no es amor, es fraternidad, hablo ahora de amor, el dual, el de verdad, el que existe por el amado y se desdibuja sin el o su desamor.
El amor todo lo tolera, todo lo perdona, deja que la injusticia inmerecida fluya y el tiempo se haga cargo de ella.
Pero el amor no es ciego, no es tonto y no perdona al que no nos ama.

No me pregunten como se puede saber, porque no se sabe, el amor es algo que vive en los sentidos pero se anida en el alma.