LA VALIJA DE LA VIDA
Dicho así parecería como que la vida es solo el devenir del tiempo que transcurre imparable entre nuestro nacimiento y nuestra muerte, pero la vida es mucho más que eso.
La vida es evolución.
Es ir desde lo inferior a lo superior, cumpliendo las etapas naturales de los procesos biológicos, sociales y culturales que nuestro desarrollo requiere.
Es cambio, es progreso, y un acumular incesante de sensaciones y experiencias, que nos hagan sentir que somos un individuo, un ser único, irrepetible y personal, en el mar gris de una sociedad humana, unificadora y globalizadora.
No debemos sentirnos ni más ni menos que los otros, eso es circunstancial y anecdótico. Debemos en primer lugar, para ser algo, ser alguien, debemos ser nosotros mismos, una entidad con identidad, un hito singular en el espacio inmenso de la pluralidad.
Luego si, después de ser nosotros mismos, podemos y debemos ser parte de esa compleja organización que nos pretende devorar que es la sociedad humana.
De no ser así, el momento final nos encontrara, sin balance para hacer, ni pasado que contar y primordialmente sin espalda, una espalda ancha que nos deje llevar, nuestros aciertos y errores, nuestras alegrías y penas, nuestras glorias y nuestros fracasos.
Vivir es eso, generar un lugar en nosotros mismos, una espalda, donde cargar nuestras experiencias, las vivencias, los amores y los odios que son parte de lo mismo.
Vivir es crear y llevar una maleta grande, la que en nuestra juventud llenamos de sueños y ahora de grandes, llenamos de recuerdos.
Porque somos eso, somos lo que fuimos capaces de guardar en esa valija.
Una valija en la que no entran, los automóviles, las casas ni los roperos, pero si entran, los locos amores de juventud, los ratos con los amigos, el gusto de los buenos vinos, el frescor del mar al amanecer, el frio de la nieve y la majestuosa montaña, el abrazo al hijo y el amor al nieto, la lagrima de la emoción y el calor de la furia; y las fotos y el recuerdo en un paquete bien cerrado de los que no están y los que nos quedan, los que quisimos y los que ahora queremos, de lo que dimos y lo que nos dieron, todo atado con una cinta muy fuerte que es el amor.
Esta maleta es todo lo que tenemos. Las cosas materiales, esas que necesitan papeles para declarar que son nuestras, si fueran nuestras no necesitarían papeles, lo nuestro, lo realmente nuestro, es lo que vivimos y atesoramos.
Nuestro es, lo que hayamos sido capaz de meter en la maleta de la vida, en la valija que necesitamos mirar, cuando el hastío y la desazón nos empiezan a ganar el alma
Si tenemos una valija de esas…”¡ la puta, que valió la pena estar vivo”!

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