LA LUCHA DE CLASES SIGLO XXI
LA LUCHA DE CLASES SIGLO XXI
Desde Carlos Marx Cristina Kirchner
En mis años mozos, desde la izquierda fogoneaba la lucha de
clases como buen marxista que era.
Verdad incondicional e intocable de esa doctrina, hace
40 años, era algo más que un dogma, llegaba casi al grado de verdad revelada.
En sus principios los burgueses, obtenían su plusvalía de la
explotación de las masas proletarias que,
con la incipiente revolución industrial, migraban a las urbes, de ahí la
contradicción fundamental de la sociedad capitalista entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción que son las originarias de la lucha
de clases.
Aun hoy, después de que casi todas las experiencias socialistas
del mundo se han derrumbado, fracasando estrepitosamente, quedan, y
lamentablemente los tenemos a casi todos, en Latinoamérica, pseudo marxistas
que combaten dialécticamente al Capital. Incentivan y azuzan la lucha de clases
encendiendo hogueras revolucionarias,
con jóvenes que compran un relato arcaico y anacrónico, mientras el odiado
fruto de la explotación del hombre por el hombre, lo acumulan para sí de forma
impúdica.
Que justicia social puede haber si al proletariado como les
gustaba llamar a los pobres, es usado como trampolín electoral a través de
prebendas, planes sociales extorsivos y manteniéndolos en una situación de
precariedad social que los ata a quien les da alguna ayuda.
Que lucha de clases pretenden fogonear si los principales
adalides de esta lucha están en la clase dominante, no ya como burgueses, sino
como rémoras insaciables de un estado corrupto que ellos mismos administran en
su beneficio. ¿Sería la presidente capaz de nacionalizar su propio y lujoso
hotel de El Calafate? ¿O sus funcionarios y amigos propiciar la expropiación de
las grandes extensiones de tierras y empresas que poseen?
La lucha de clases en esta situación con roles malversados,
toma un cariz totalmente diferente, transformándose en una lucha de intereses
sectoriales, dentro del mismo componente social.
Si tomamos por ejemplo la Argentina de hoy, el empeño que
pone el gobierno en desarmar al grupo mediático Clarín, no la causa epica que
quiere mostrar, no es una lucha de
poderosos sin escrúpulos contra un gobierno justo y democrático , es sin lugar a dudas, una puja de intereses
entre pares porque lo que el grupo Clarín deje de hacer, lo hará el grupo Vila
Manzano, el grupo Spolzky o el grupo Monetta, como ya lo
vienen haciendo, no van a ser los sectores más marginales y sin voz de la sociedad, los que van a marcar las
pautas de esa confrontación, porque tanto Magneto como Spozky, Vila o
Monetta, incluso la propia presidente
pertenecen a la misma clase social.
Estos grupos si pueden, porque tienen poder económico para
hacerlo, sostener un multimedios de manera eficiente, pero el cuento
izquierdoso de la radio de los pueblos originarios u otras, no tiene forma de
subsistir en el tiempo.
Una lucha de clases
encabezada por ricos y poderosos
empresarios, supongo que hará que Carlos Marx se revuelque en su tumba, o no entendieron
nada, o están usando mis ideas
totalmente tergiversadas, pensará, si es que puede.
Obviamente esta interpretación pseudorevolucionaria, que
sectores sociales oligárquicos encaramados al poder hacen de la lucha de
clases, no es gratuita ni pasa sin dejar heridas profundas en el tejido social
de una nación.
Está dirigida a dos
sectores bien concretos el primero un grupo militante principalmente juvenil,
supuestamente politizado, que dentro de un par de años no va a poder creer las cosas que apoyaba,
estrictamente fanatizado y vertical necesario para bajar línea desde el estado
y los sectores marginales que aportan votos.
A los primeros les dan las banderas de las luchas por los
derechos humanos, la justicia social y la utopía de un país igualitario, a los
segundos alguna prebenda e impunidad
Para que este juego de inversión de roles, tenga algún viso
de realismo, deben dar a los sectores más postergados de esta sociedad que
ellos critican pero no cambian, algún tipo de resarcimiento, por ser el motivo
y objeto de su increíble y desinteresada lucha.
No les pueden dar las herramientas que los liberen del yugo
de su opresión, porque eso atentaría contra sus propios intereses, les pueden
dar cosas distintas, pero que bien explicadas juegan un rol tanto o más
importante que las cosas materiales.
Los grupos sociales marginales del capitalismo del siglo XXI,
no juegan el mismo rol que el proletariado jugaba para Marx, ocupan si el mismo
lugar en la escala social, la tecnificación y globalización de las relaciones
productivas han creado esta cantidad enorme de personas que no se pueden
involucrar en un cambio de relaciones de producción porque quedaron afuera del sistema productivo.
Están si, indudablemente dentro del espectro social y cada
vez son más importantes en número, y sin ninguna duda deben ser objeto de
políticas concretas para desactivar el malestar y el potencialmente peligroso ánimo antisocial que su marginación les
genera.
Una de la formas de desactivar este potencial peligro es su
inclusión a través de políticas educativas y otras que no son objeto de esta
disquisición, y otras son las que aplican los gobiernos de pseudo izquierda latinoamericanos que los hacen creer que son
objeto de un trato que en definitiva no les dan .
Las personas con necesidades básicas insatisfechas, son muy
vulnerables a la adoctrinación política,
su estado de indefensión ante las vicisitudes
del diario subsistir, las hace permeables al uso demagógico del aparato
del estado.
Las promesas de mejoras en su calidad de vida por parte de
los que tienen el poder, las subyuga intelectual y físicamente, como en la
competencia diaria su capacidad está
limitada por su preparación para ocupar puestos de cualquier relevancia,
el recurso de recibir la dádiva siempre es bienvenido.
Si a esto se le agrega una adoctrinacion de que ellos son el
objeto de todos los desvelos de los circunstanciales gobernantes, por los
cuales hasta dejan sus opulentas mansiones, sus trabajos y sus magníficos negocios, y como dádiva máxima los
hacen creer que pueden hacer lo que quieran porque todo lo que reclamen de
cualquier modo, es válido. Es seguro que este cóctel dará el resultado
esperado, un apoyo incondicional al gobernante que lo aplique.
Pero en todo esto hay un problema básico y sustancial y acá
volvemos a la lucha de clases de Marx. Ni los intereses de la clase dominante
llámese en este caso clase gobernante, tiene los mismos intereses que los marginados sociales ni estos pueden
esperar de los gobernantes que los saquen de la situación en que se encuentran,
porque son la base de su sustento
electoral que es lo que les permite seguir usufructuando los negocios del
estado con sus empresas
Con este verso de roles cambiados la resolución de la
contradicción fundamental de la sociedad capitalista, queda por siempre
irresuelta y va a ser, más tarde o más temprano, el motor de una lucha que
hasta puede llegar a ser fratricida.
En la sociedad Argentina de hoy, que es la que más se
acerca a este intento de
interpretar aunque sea superficialmente
la política sudamericana, se ven con mucha claridad estos síntomas de
descomposición del tejido social producto de esta travestización de la
política.
La situación política Argentina tiene varios aspectos que
son preocupantes, el primero es que el actual gobierno más allá de declamar su defensa de los sectores más
postergados, no ha conseguido o querido, porque en el fondo de su concepción de
poder los necesita, eliminar los bolsones de pobreza y marginalidad que se
arrastran desde hace años, al contrario si los números de la economía se
sinceraran la cantidad de pobres e indigentes, a pesar de haber crecido durante
varios años a tasas muy altas, es el mismo que hace diez años.
La clase media tanto urbana como rural pero principalmente
en las grandes urbes, no comulga con el estilo del gobierno, por lo tanto los
sectores sociales “domesticables” con prebendas se vuelven imprescindibles para
continuar en el poder y por ello están condenados a seguir siendo
“domesticables”
Y acá ocurre algo que no es necesario recurrir a la
sicología social para explicarlo, quien no tiene una casa, con tal de obtenerla
es capaz hasta de usurpársela a otro y más cuando es propiciado por los que
tienen poder y dicen estar de su lado,
pero cuando ya la tiene no quiere que le hagan lo mismo y se cambia de bando.
Esa es la perversidad más grande que tiene usar a los
sectores más postergados para hacer política barata, los deja en un limbo en
que no saben que es lo que es justo o lo
que no, pero que con el correr del
tiempo va a atentar contra los mismos
que lo han promovido.
El gobierno alentó todo el tiempo los piquetes como forma de
presión política, ahora que los piquetes se los hacen a él, de repente dejan de
ser una herramienta válida de protesta social.
Como a esos sectores, no les daba los medios para que
salieran realmente de la situación marginal en que estaban, les dijo
ciertamente que todos sus reclamos son
justos y les permitió usar cualquier forma de defenderlos hasta aquellas que
atentaban contra los derechos de los demás.
Realmente en la calle y con los métodos que el gobierno les
inculco, ningún grupo obtuvo nada, lo poco que les dieron, se hizo de forma de
que quedara en evidencia la gran “sensibilidad social” de quien esta encaramado
al poder .
Una frustración tras otra, las malas políticas económicas
deterioran los escasos ingresos que reciben y se van transformando en un caldo de cultivo para cualquier clase de violencia.
Un grupo ciudadano dispuesto a realizar un corte de calles,
un saqueo a alguna tienda, una toma de terrenos o propiedad urbana, puede
hacerlo porque los aparatos de seguridad están desarticulados o las normas
vigentes les prohíben actuar, esta impunidad para cometer delitos, porque
cualquiera de las acciones enumeradas constituyen uno, son los resabios que
quedan de cuando el actual gobierno para afianzarse en el poder utilizó a estos
sectores en su beneficio.
El problema deviene de que los actores políticos dicen ser
lo que no son, sus verdaderos intereses no están con los sectores más humildes,
por lo tanto para ellos no hay nada, solo retórica, promesas e impunidad para hacer cosas reñidas
con la convivencia y la ley, algo hay que darles para tenerlos dominados y esas cosas son baratas y si hay algún costo
lo paga otro no el gobierno
Esto es así solo por algún tiempo, el contagio social es una
verdad insoslayable, si aquel hace algo reñido con la ley y no tiene castigo
porque yo no lo voy a hacer y esto
multiplicado en proyección geométrica,
corrompe el tejido social hasta puntos que no podemos prever.
Modificar ahora las cosas que les hicimos ver por correctas
tiene un alto costo político justo en el sector que más necesita el poder, pero
no hacer nada nos lleva por el camino de
la libanizacion del país.
Con un estado ausente, porque las políticas sociales son
pura retórica, según el banco mundial el treinta por ciento de los argentinos
son pobres, con una asignación universal carcomida por la inflación (en números
reales cuando se instituyó, el monto equivalía a doce kilos de asado, hoy a
cinco) con fuerzas de seguridad desprestigiadas, desarticuladas y mal
conducidas, el futuro de los conflictos sociales se presenta muy negativo.
El autismo del gobierno y la desorientación de estos días llaman
a preocupación, se produjeron hechos sociales de trascendencia política y la
jefa de gobierno está ausente, recluida en su lugar en el mundo. Es en estos
momentos cuando un líder real sale a temperar los ánimos, llevar calma a la sociedad, mostrar firmeza y tomar
acciones concretas.
Es preocupante que se deje trasuntar que el único desafío que realmente le importa y en
el que pone todo su empeño este
gobierno, es una lucha que ya ganó
contra un grupo privado.
Además de ser una pérdida de esfuerzos y recursos, inútil,
distrae al gobierno de los temas importantes y es realmente inútil porque
aunque la corte declarara inconstitucionales los artículos reclamados, a
medida que caduquen las licencias las perderán y empiezan a caducar en 2014
Los grupos marginales hoy ejercen el derecho adquirido porque
fueron educados a hacerlo, por voluntad
propia, antes eran dirigido por sus líderes en beneficio de los gobernantes
ahora por ellos mismos anárquicamente.
Esperemos que el camino transitado estos días no sea el
principio de una triste escalada que
ensombrezca con más sangre el futuro del país.
Mucho debe hacer el gobierno más allá de querer
acusar sin pruebas a líderes opositores, los problemas están, nadie tiene el
poder para hacer que centenares de ciudadanos, en lugares tan lejanos del país
salgan a cometer delitos. Creerlo es un error y entonces si estamos en
problemas

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